En política -como en la vida- no es prudente hacer cosas buenas… que parezcan malas. Conseguir votos a cambio de camisetas, despensas, o aparecer como beneficiario en un programa social, son prácticas utilizadas por todos los partidos políticos, aunque ello no sea muy ético y esté prohibido por la ley electoral.Hacer que alguna persona altamente calificada en materia política del equipo de campaña de los adversarios decline y se pase a las filas de otro partido o respalde una candidatura diferente a la que apoyó inicialmente, no es para espantar a nadie.El secreto de quienes dominan los vericuetos de la política, es que estas acciones jamás puedan ser probadas.Por ello llama la atención que un aspirante a la sindicatura en el próximo ayuntamiento de Cuernavaca y un funcionario del Congreso local, ambos de extracción panista, intentaran “sobornar” a la candidata a la regiduría 12 por el Partido Revolucionario Institucional y parte de la planilla que acompaña al priísta Manuel Martínez Garrigós.El hecho es grave, porque la plática en que se hizo el ofrecimiento, a cambio de un trabajo y apoyo para estudiar, fue grabada y ya circula en los corrillos políticos del estado.A esto se le llama “chamaquear”, porque sólo la inocencia de un chamaco permitiría grabarle un intento de soborno.Independientemente de que proceda una denuncia ante el Instituto Estatal Electoral, los priístas cuentan ahora con nuevo material para exhibir a los panistas como faltos de ética política y proclives al manejo de artimañas sucias para debilitar a los adversarios.A los problemas de inseguridad, supuesta pésima administración pública, uso indebido de programas sociales, nexos de la policía con la delincuencia organizada, ahora se agrega este nuevo material, del que –sin duda- el PRI sacará provecho.Lo sucedido es lamentable porque estas acciones desorientan y desalientan a los electores, quienes seguramente se preguntarán a cambio de qué algunos personajes han cambiado de partido, como el exgobernador panista Sergio Estrada Cajigal, convertido –según dice- en asesor de candidatos priístas.También es cuestionable qué han recibido a cambio, los diputados que a medio ejercicio deciden cambiar de filiación partidista y los actores políticos que, como buenos trapecistas, de una elección a otra aparecen como simpatizantes de partidos diferentes.Es de esperar que en lo que resta de las campaña políticas, los candidatos e institutos políticos, finalmente se inclinen por el trabajo proselitista casa por casa y abandonen los intentos de “sobornos” o descalificaciones, por que ello puede propiciar un abstencionismo mayor el próximo 5 de julio.
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